viernes, 30 de mayo de 2014

Cambiemos... ¿sólo un día?

Tercera y última experiencia del curso, para terminar con buen sabor de boca.
Esta vez, la idea era cambiar tres facetas tuyas durante un día sin hacerlo saber a nadie.

Al principio, aunque estaba dispuesta a hacerlo, pensé que no saldría bien. Es decir, todo el mundo estaría atento y al más mínimo cambio (creía yo) sabrían que la persona estaba haciendo el experimento.
Pero las semanas de exámenes llegaron, no había tiempo y todo el mundo tenía la cabeza en otra parte, por lo que el día que decidí hacer esto nadie cayó en que mi cambio formaba parte del experimento. Notaron el cambio, sí, pero no lo relacionaron. Es más, Aitana en un momento dado me preguntó que si yo ya lo había hecho y, tras quedarme en blanco (tenía que inventar una respuesta), le dije que no, que con todos los exámenes y trabajos no había podido.

Por lo general, voy a clase de forma muy informal. Y es que yo soy de esas que si tienen que elegir entre dormir y arreglarse, arreglarse no es una opción. Duermo hasta que me queda el tiempo justo para llegar a clase, a veces corriendo, porque mi cama y yo tenemos una relación muy estrecha. Además, por lo general tiendo a pasar un poco de la gente a mi alrededor, ya que suelo estar de mal humor por alguna pelea en casa, medio dormida, o lo que sea.

Así que el pasado jueves decidí dedicarme tiempo. Cambié mis gafas por las lentillas, me planché el pelo... me arreglé, en general. Procuré ser más cariñosa y más abierta, más positiva, más alegre. Eran tres cambios en teoría, pero yo intenté simplemente ser mejor en todos los aspectos.

Dado que ese día era feria, todo el mundo me decía "Uy, que guapa vienes, ¿vas ahora a la feria?". Pues no... no iba a la feria ese día. Es más, por la tarde tenía clases de dibujo técnico para selectividad.
"¡¡Que hoy hago yo la experiencia, pavillos!!"

Muchos "qué guapa", un abracito de Zafra, valentía para ofrecerme a exponer yo en clase... Sonrisa por aquí, sonrisa por allá. Pero que conste que no era de forma falsa, ¿eh? Era real, intentaba dar un mejor "yo". Es distinto.

Por la tarde en las clases, el profesor sí que percibió un fuerte cambio en mí, y es que no le veía desde verano, cuando yo tenía el pelo rosa. Me alegró un montón verle de nuevo, la verdad.

Tengo que decir que me sentó muy bien abrirme al mundo, ser mejor persona. No quiero que este cambio se reduzca a un solo día. Si me ha sentado tan bien es porque debería dar menos importancia a las cosas y ser más alegre y abierta, que la vida son dos días.

Pero en cuanto a la parte "física"... sigo prefiriendo dormir. No veo necesario salir con un aspecto perfecto a clase, ni que fuera a salir por la noche o a una fiesta. Voy a aprender, no necesito estar arreglada para eso. Mejor estar descansada. No puedo hacer sufrir a mi cama.

Así que en general, esta experiencia ha hecho que al ver como afectan mis cambios al exterior, quiera mantenerlos y que el mundo que me rodea se vea de un color nuevo y distinto.

Desde hoy me voy a comer el mundo. Recomiendo totalmente esta experiencia, no cuesta nada y te aporta muchísimo. Cambiemos para hoy y para el resto de nuestra vida.


lunes, 10 de marzo de 2014

Me quejo porque puedo.

Opinar es gratis, así que ¿por qué no opinar de todo?
Algo que hago con mucha frecuencia es quejarme de las cosas que no me gustan. No quiero decir que sea una quejica (quizá) pero si algo me parece mejorable, injusto... pues me quejo. Si puedo intentar ponerle solución, lo hago. Y si no, pues me quejo. ¿Por qué? Porque puedo.

Que conste que también opino sobre las cosas buenas y las apoyo, pero donde hay que hacer más hincapié es en las malas. 

Vivimos en un siglo donde la libertad de expresión (en los países desarrollados, al menos) es mucho más amplia que antiguamente y eso debería aprovecharse, cosa que no hacemos.

Por ejemplo, la educación.
La educación es un tema que da pie a muchas quejas desde siempre, y más ahora con la nueva ley. ¿Pero es tan mala? Estamos programados para quejarnos ante cualquier cambio que venga, pero yo hasta ahora (que me acabo de leer la ley esta en wikipedia) no tenía ni idea de como era. Ya que nos quejamos por todo, quejémonos con fundamentos por lo menos. No creo que la reforma sea ni buena ni mala, es diferente. De lo que más se quejan todos es de esas reválidas que hay que pasar tras primaria, tras secundaria, y al terminar Bachillerato. ¿Son tan malas? Es decir, si has aprobado el curso, no debe de ser difícil. "Puedo tener un mal día y suspender, y no sería justo".. pues no, no lo sería. Pero también es cierto que en ocasiones en algunos institutos inflan muchísimo las notas de Bachillerato al final para que los alumnos aspiren alto en Selectividad, y tampoco es justo para los demás.
Yo, por ejemplo, como buena atea, me quejo de que Religión como asignatura cuente para la media.
Y es que ya lo decía Hume, si el objeto que quieres estudiar no lo puedes señalar en la naturaleza, no es objeto de estudio. No puedes poner al mismo nivel de importancia Física y Religión. No me cabe en la cabeza. Me encantaría desatarme y opinar aquí sobre la religión y el ateísmo pero me voy a contener porque es un tema muy sensible para algunas personas y no quiero ofender a nadie (no en exceso).

En cuanto a las clases en sí, odio que todo sea sentarnos seis horas a recibir información. Teoría, teoría, teoría... ¿y la aplicación? ¿Podemos por favor utilizar lo aprendido? Hacednos creer, al menos, que sirve para algo. Esta queja es solo para algunas asignaturas, ¿eh? Por ejemplo, en Economía hacemos prácticas (mi parte favorita) y entonces le vemos el sentido a las cosas. En Geografía, cuando ves que después de haberte estudiado qué son los anticiclones, las borrascas, etc puedes leer un mapa del tiempo, ves que no es inútil el hecho de haber tenido que aprenderlo. Pero cuando yo hice primero de ciencias, lo que menos útil me parecía era química. Te aprendes cosas que no ves. Aprendes cosas que se supone que ocurren pero no te las enseñan. ¿Tan difícil es hacer una excursión al laboratorio y mezclar cosas para que echen humo? Yo así soy feliz. Que el otro día, en la excursión a la UCA, vi a un señor con nitrógeno líquido y me volví loca, por favor. Es como magia. UF.


En realidad, creo que por eso soy de ciencias (solo en mi corazón, por ahora :c). Porque estudiarme 4 temas de Historia para mí es la muerte. Que podéis decir... sí, para ti es la muerte y luego sacas buena nota... Ya, porque aunque me cueste, estudio. Es lo que hay. 
Y sin embargo, soy la más feliz del mundo haciendo integrales (o intentando hacerlas, estoy en proceso, eh).
De Filosofía no me quejo (que luego Zafra se enfada (?) es broma) porque me gusta el hecho de conocer como piensan otras personas. Pero este año se me hace más pesado en cuanto a la materia, estoy en proceso aún de saber por qué, no lo sé.

Me quejo también de las horas inútiles. Del no poder salir y entrar a nuestro antojo. Tengo unas ganas enormes de llegar a la universidad ya. Que vaya a las clases quien quiera, que vayan los interesados; no como en el instituto, que si tienen que estar las seis horas, y hay 5 que no les interesa, se pasan el tiempo molestando y no dejan a los demás dar la clase en condiciones.

Y mi mayor queja, es y será siempre la mentalidad de las personas (lo comento también porque esto afecta a todo: educación, seguridad, etc).

Esta mentalidad es española pura. Vas a otros países y no es tan intensa. Aquí la mayoría de la gente (digo la mayoría porque personalmente me excluyo, sí) ve el hecho de estudiar como una obligación, como algo pesado, como algo odioso. Y por eso no estudian, o lo dejan. ¡No debería ser así! Yo veo estudiar como aprender. Estoy aprendiendo cosas, estoy creciendo como persona, estoy volviéndome más inteligente, más sabia. ¿Sabéis que aprender es un derecho? Sí, un DERECHO. Porque es algo bueno, porque aprender es lo que nos hace ser cada vez mejores personas. No es que en otros países la gente disfrute estudiando. No se levantan por las mañanas diciendo "Oh, sí, tengo dos horas de economía a primera, no puedo esperar a llegar a clase". Claro que les cuesta, claro que puede ser tedioso. Pero saben que es lo mejor para su futuro.
También cabe destacar que en esos otros países por lo general la universidad es gratuita, hay multitud de becas, una buena educación... ejem, ejem. Pero el mayor problema es la mentalidad.

Esta mentalidad, además, incluye por lo general, manos largas, poca educación, poca empatía...
Que a una alemana que vino a España y dejó su bolso CINCO MINUTOS en un banco de la plaza Peral, se lo robaron. Sí, cinco minutos y el bolso ya no estaba. Es que fue apartarse un momento y volver. Viva España, debe de pensar la pobre. Claro, en Alemania esas cosas no pasan. Que en Finlandia puedes dejar tu maleta en medio del pasillo del instituto y volver a las dos horas, que nadie la ha tocado. Que yo lo he hecho. Pero aquí mi prima deja su mochila en la taquilla del gimnasio sin candado y se la roban. Adiós móvil, adiós ipod, hola España.

Como he dicho, me encanta quejarme. Sobre todo, me encanta quejarme de España. Como no le puedo poner solución, pues me quejo. Porque algo que pasa hoy día es que muy poca gente lucha por mejorar esto. Estamos acostumbrados. Por poner un ejemplo, si vemos en la televisión un nuevo caso de corrupción pensamos "ah, uno más" y fin. Ya nos da igual, estamos habituados a esto. Pan y circo para el pueblo, todos callados. Yo sencillamente creo que no tiene solución. Que la mentalidad de este país es la que impide su desarrollo. Retrocede en vez de avanzar.
Todo el mundo habla de hacer las cosas pacíficamente, de hablar. ¿Sirve de algo? ¿Está mejorando España? No, claro que no. Los franceses no tomaron pacíficamente la Bastilla, los cubanos no consiguieron la independencia pacíficamente, los españoles no se deshicieron pacíficamente de las tropas de Napoleón.
¿Dónde está el límite? ¿Cuánto vamos a tener que aguantar hasta que esto explote? Si pones a una rana en agua hirviendo, huye. Pero si la pones en agua fría y calientas poco a poco el agua, no. Se adapta a ésta hasta morir. 


Y me quejo. Me quejaré hasta que me vaya de aquí, que espero que sea al acabar la carrera. No soy de las que se sienten parte de un país y lo defienden hasta la muerte. Yo he nacido en España, sí, como podría haber nacido en cualquier otro sitio. Soy habitante del mundo. Que España vaya mal no implica que me tenga que ir mal a mí. España podría ser un país muy bueno pero los de arriba no quieren. No quieren que el país vaya bien, quieren que a ellos les vaya bien.
Y yo así no juego.



jueves, 27 de febrero de 2014

1 y 1 no siempre son 2.

Imaginemos que todos tenemos una caja y que dentro de esa caja hay algo a lo que llamamos "escarabajo".
Todos hablaríamos de nuestros escarabajos dando por supuesto que todos nuestros escarabajos son iguales. Pero quizá no son escarabajos. O quizá algunos sí y otros no. O quizá las cajas están vacías.
¿Entonces estamos hablando de escarabajos o no?


Sustituyamos ahora la palabra escarabajo por la palabra 'dolor', por ejemplo. Cada uno de nosotros habla del suyo dando por supuesto que tenemos el mismo concepto que los demás. Todo el mundo usará la palabra 'dolor' cuando hable de lo que hay dentro de su caja, pero ¿son todas las cajas iguales? ¿sentimos todos igual? No.


Ludwig Wittgenstein llega a la conclusión de que el 'escarabajo', el 'dolor' (lo que hay dentro de la caja) "queda fuera de consideración". Es decir, el lenguaje que usamos es un lenguaje que se basa en reglas públicas, mientras que las sensaciones son privadas y están fuera del alcance de los demás. El dolor que sentimos no tiene nada que ver con la palabra 'dolor' pero es la única forma que tenemos de expresarnos.

Wittgenstein plantea que escribamos una S en un diario cada vez que sintamos una sensación concreta y particular. La primera vez que escribes la S estás ya relacionando dicha letra con un sentimiento concreto. Pero la segunda, la tercera... ¿cómo puedes estar seguro de que es exactamente la misma sensación, sin ninguna variación? Este autor explica que dado que cada uno conoce únicamente lo que siente y nadie más tiene acceso a ello, si la utilización de la S parece correcta, lo será, aunque no podemos estar seguros. No podemos basarnos en nada porque no podemos saber como sienten los demás. Así que llega a la conclusión de que un "lenguaje privado" no sería posible dado que ni la propia persona sabría utilizarlo.

Por lo tanto, las palabras solo tienen sentido en un entorno. Es algo que se establece entre los habitantes de un sitio, el lenguaje empieza fuera. 

<<Si un león pudiera hablar, no lo entenderíamos>> Ludwig Wittgenstein, 1953

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Ha sido una sorpresa descubrir el tema de este capítulo, dado que alguna que otra vez me he planteado este problema del lenguaje e incluso se ha tratado en clase.
El año pasado, en uno de los primeros temas de Filosofía, nuestro profesor nos explicaba el proceso del lenguaje y que las ideas que tenemos de las cosas son distintas para cada uno. Nos puso el ejemplo de una berza. Tú tienes tu prototipo de berza, él el suyo y yo el mío. Los tres sabemos lo que es una berza, pero cada uno se la imagina de una forma distinta, según esté acostumbrado a comerla. Entonces dijo que "Quiero que tu berza se convierta en mi berza" sería un buen piropo.

Yo pienso que es frustrante que el lenguaje no de para más. A veces me resulta imposible explicar un sentimiento, una emoción o una idea. Al igual que a veces también me resulta imposible entender lo que otros intentan hacerme ver. ¿Y cómo sé que lo que yo creo que alguien siente es lo que realmente siente?
¿Y cómo sé que el resto del mundo entiende lo que yo siento? ¡No podemos vernos por dentro!

'Te quiero'. Puede ser todo y puede ser nada. Si pudiéramos mirar en las cajas de los demás, sería muchísimo más sencillo. -Mira mi caja, te quiero 'así de mucho' y 'así de grande'. -Anda, mira tú la mía, yo te quiero 'así de mucho' y 'así de grande' también. Y problema resuelto. Pero no. No tenemos ni idea de nada. Ni podemos tenerla. 

'Me duele aquí'. ¿Pero cómo te duele? ¿Te duele el músculo o el hueso? ¿Mucho o poco? ¿Pero cómo? ¿Por dentro? ¿Son como pinchazos o te duele cuando te mueves? Y así intentamos, sin demasiado éxito, intentar relacionar un dolor con distintas características para entendernos entre nosotros. Y por mucho que lo intentemos, dos personas nunca van a tener la misma idea de un tipo de dolor.

'Estoy triste, nos hemos peleado y ya no me habla'. ¿Triste de estar depre? ¿Triste de mantita, cama y chocolate o de mantita, sofá y tele? ¿De llorar o de querer salir un rato? ¿Tristeza de la larga o de la que se pasa rápido? 
AGH. Si no podemos mirar en las cajitas de los demás, yo no juego.
Wittgenstein menciona también que el lenguaje depende del contexto. En cada contexto las personas establecen un determinado lenguaje de forma inconsciente, pero está ahí. Y estoy de acuerdo.

Hay montones de contextos diferentes. Si estamos leyendo unas instrucciones en internet para aprender a coser y nos habla de introducir el hilo 'en el ojo', sabemos que es en el ojo de la aguja, no en nuestro ojo.
Si hablas a una persona desconocida y mayor que tú, la tratas de usted. A tus padres les hablas de forma informal pero sin excesos. A tus amigos les hablas de cualquier manera "tía, ojalá quedemos hoy que tengo un huevo de cosas que contarte, me cago en tó".
Entonces, a la hora de utilizar el lenguaje, lo principal no es conocer de forma perfecta su uso sino su significado y su intención en cada contexto.

Además, todas las personas, independientemente del lenguaje, tenemos establecidas una serie de conceptos para denominar todo lo existente. Da igual el idioma en que escribamos 'silla', es una silla. Aunque tu idea de silla no sea exactamente como mi idea de silla, sabemos lo que es.
¿Y si los leones hablaran? Si un león pudiera hablar, no lo entenderíamos; plantea este autor. Y esto se debe a que nosotros no estaríamos habituados al contexto del león, ni él al nuestro. Quizá para referirse a nosotros, en vez de usar la palabra 'humanos', el león usaría la palabra 'comida', por ejemplo. 



Como conclusión, quiero añadir que creo que el arte surgió por esto.
La música, los vídeos, las pinturas, la poesía, los libros, los bailes.. permiten que el ser humano se exprese de una forma de la que no es capaz a través del lenguaje.
Y, definitivamente, de este modo lo consigue mil veces mejor.




martes, 21 de enero de 2014

Un mundo para cada uno.



Dolor.

El dolor es un concepto muy amplio, a mi parecer.
Depende de si es físico o emocional, depende de la intensidad, de la duración, de la atención, de la causa, de la persona, del momento.
Pero, en lo que podemos estar todos de acuerdo, es en que el dolor es algo desagradable que preferimos no sentir.



El dolor físico tiene una amplia gama de variedades, para todos los gustos.
El típico dolor que hemos sentido todos al golpearnos el dedo meñique del pie contra un mueble, por ejemplo. Breve pero intenso. Maldices al mundo entero y su existencia durante un par de minutos y luego se te pasa. 

El dolor de la menstruación es otro a destacar. No puedo hablar del dolor que los hombres sienten con respecto a su aparato reproductor, pero también lo tachan de horrible (aunque según he oído, la duración no es especialmente larga).
En la menstruación, si no te tomas una pastilla a tiempo, necesitas cerca una cama. Desde mi experiencia puedo decir que se pasa bastante mal y que es algo por lo que muchas mujeres desearían ser hombres durante una semana. Pero la distracción y la compañía pueden ser formas de disminuir el dolor, dado que éste es siempre más intenso si te centras en él.

Pero el dolor más fuerte que yo he sentido es el de espalda. Hace un par de años me operaron de escoliosis y a veces me entran tales contracturas que no puedo ni levantarme de la cama. El hecho de girarme hacia un lado o cambiar la postura ya es un esfuerzo tremendo. Con las contracturas, además, se me pinzan algunos nervios o no sé que me pasa por dentro que me duelen incluso las piernas y me cuesta moverlas. Como he dicho, el peor dolor que yo he sentido. Va acompañado también de dolor emocional (frustración, tristeza, angustia).


Como en el ejemplo que he puesto de la espalda, podemos combinar el dolor físico con el emocional. Si un amigo te da una bofetada, te empuja o, en definitiva, te causa daño físico, al mismo tiempo te está causando un cierto daño emocional, dado que en teoría existe un cierto cariño entre ambos y no es algo que te esperases de esa persona.

Y ya por último, el dolor emocional. Hay miles, pero podemos hablar por ejemplo del dolor que siente una persona que es marginada y rechazada por un grupo de gente, alguien que pierde a un ser querido, o alguien que es traicionado. Yo creo que son los más comunes, pero entran aquí todos los que, sin contacto físico, te hagan sentir malestar, angustia, tristeza, frustración... dolor.

Un ejemplo de dolor que experimento últimamente, es dolor al ver como avanza nuestro país. Que va dando marcha atrás en vez de salir adelante. Dolor cuando viajas al extranjero y ves como otros países tienen universidad gratuita, una tasa de criminalidad bajísima, y aquí no puedes perder de vista tu bolso en el metro ni un segundo.

Por supuesto, todo dolor depende de la fortaleza de la persona. Yo me considero una persona débil en ciertos aspectos. Depende también del momento, de la situación, de si la persona tiene otros problemas aparte, de si centra su atención en el dolor, de si es feliz, de su positividad, del por qué del dolor... No es lo mismo que te insulte un desconocido a que te insulte tu mejor amigo. No es lo mismo tropezar por ti mismo a tropezar porque alguien te ha puesto una zancadilla.

Hay mil variedades y, desde mi punto de vista, no hay dos personas que puedan sentir el mismo dolor de forma exacta. Cada persona es un mundo y, cada dolor que ésta sienta, es otro completamente distinto.

sábado, 14 de diciembre de 2013

No sé dónde estoy.

El mundo en que vivimos, el universo que nos rodea, da muchísimo que pensar.
Los antiguos filósofos, como Platón, tenían cada uno su forma de que todo encajase. Para este filósofo, el mundo estaba dividido en dos, y la idea del bien hacía que todo estuviese en orden. Para Heráclito, era la fuerza del logos. Para Anaxágoras, el Nous.

Pero, ¿y si el mundo no existe? ¿Nadie se lo ha planteado?
¿Y si no somos reales?

Lo que voy a contar ahora son reflexiones que tengo últimamente por las noches. No es broma, de verdad. Puede sonar paranoico, pero lo pienso. A veces. Otras creo que debo acostarme y descansar para dejar de pensar cosas raras.

En primer lugar, no creo que el universo sea infinito ni finito.
Hagámoslo por reducción al absurdo en cada caso.

Si el universo es finito quiere decir que tiene final, que se acaba. Si fuese así, en algún lugar pasando el sol y las estrellas, habría un final. Una especie de pared o límite material. Si es así, debería poder romperse. Y si se rompiera, ¿qué habría al otro lado? No tiene sentido. El hecho de que haya un final implica que haya algo detrás, es como una habitación y sus paredes. ¿Y por qué hay un final? Por lo tanto, esto se nos va de las manos. Que el universo sea finito no tiene sentido a no ser que hubiera algo detrás que tuviese una cierta razón de ser, una lógica por la que estar ahí.
Así que pienso que no es finito.

Pero si el universo es infinito quiere decir que es eterno, que está en todas partes. Y no me cabe en la cabeza. "En todas partes" es mucho espacio. Y si es infinito, ¿los planetas contenidos también son infinitos? Es un poco locura, ¿no? No puedo imaginarme algo tan grande que nunca acaba.

Como ninguna de las dos cosas me entra en la cabeza, he llegado a la absurda conclusión de que debe de ser semi-infinito o no existe. Que tampoco tiene sentido, pero ya lo pensaré más a fondo.



Otra cosa que tampoco acepto es la teoría del Big bang (y mira que me encanta esa serie de la televisión).
1. Empieza todo con un cúmulo de materia.
¿Por qué? ¿De dónde sale? ¿Qué había antes? No me gusta.

2. Es un cúmulo de materia que explota.
Vale, si es mucha cantidad de materia toda junta, ahí, comprimida en exceso, entiendo que explote. Pero no me creo el punto 1.

3. Comienza a expandirse.
¿Hacia dónde, si solo había un cúmulo de materia? ¿Cómo de grande es el lugar de expansión? Dirán que infinito, pero como he dicho, no creo en eso.

Y no me gusta no creerme las cosas porque empiezo a pensar y a pensar.
Me estreso porque quiero saberlo y no puedo.

Además, hay noticias que dicen que nuestro universo podría ser una simulación informática y que está siendo estudiado por diversos investigadores. También sopesan la idea de que sea un holograma.

Es todo tan confuso, hay tantas posibilidades y sabemos tan poco...

Al final, siempre llego a la conclusión de que somos puntitos vistos desde un avión, y somos nada vistos desde el espacio. Nuestra presencia es mínima en comparación con todo lo existente (o no existente).

Y al fin y al cabo, lo importante es aprovechar lo que tenemos, sea o no real.
Ser felices.
Ser felices dejando de preocuparnos por las cosas que no son importantes y vivir, que nuestra existencia es demasiado corta en comparación con los años que lleva nuestro planeta girando.
Y ser felices según el concepto de felicidad de Platón: conociendo.

Y me acuesto satisfecha, a pesar de que sigo sin saber nada sobre el lugar en que me encuentro.




sábado, 30 de noviembre de 2013

Percepción y sensación

No podía ver.
Nada.

Durante veinte minutos fui ciega de vista.
Como el Lazarillo llevaba a su ciego, así iba yo, guiada por una amiga.
























Al principio la desconfianza me invadió. Sentía el suelo bajo mis pies, en ocasiones liso, otras rugoso. Las alcantarillas, las irregularidades, todo. Temía que, de repente, el suelo se acabase y mi cuerpo se precipitase al vacío.
Oía el sonido de los coches demasiado cerca, oía a la gente a mi alrededor, lo oía todo.

Poco a poco fui acostumbrándome pero, si la superficie del suelo cambiaba, no podía evitar volver a estar alerta. Era una continua sensación de atención a mis sentidos.
No pensaba nada más.

Cuando ejercí yo de lazarilla, cuando guié a mi amiga, todo era distinto.
Podía sentir su desconfianza al principio, caminando lentamente, aunque luego aceleró el ritmo.
Y, lo más llamativo, era ver a las personas a nuestro alrededor confusas por lo que ocurría.
Se sentía algo de vergüenza incluso, cosa que no sentías al ser ciega, ya que estás tan centrado en "sobrevivir" digamos, que no te preocupa lo que esté ocurriendo a tu alrededor.

Son experiencias muy distintas y muy curiosas de experimentar.

Esto me recuerda al libro "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago, que recrea una sociedad en la que todo el mundo pierde la vista, y lo caótico que esto resulta, ya que no estamos adecuados a ello.

A pesar de lo confuso y frustrante que resulta, es bueno experimentarlo para hacernos ver lo valiosos que son cada uno de nuestros sentidos, y los cambios que se producen en nuestro cerebro al perder uno de ellos.






martes, 26 de noviembre de 2013

EL COMPLEJO DE EDIPO

El complejo de Edipo surge del mito que recibe el mismo nombre:
Edipo era el hijo de Layo y Yocasta. El oráculo anuncia a Layo que su destino es ser asesinado por su propio hijo el cual, tras eso, se casaría con su mujer; y por ello Layo entrega a su hijo a un sirviente para que lo abandone. Pero el sirviente lo entrega a un pastor, que lo entrega a su vez al rey de Corinto, Pólibo, y su esposa Mérope, quienes lo acogen.
El joven Edipo escucha rumores de que Pólibo y Mérope no son sus verdaderos padres y consulta al oráculo, quien le dice que su destino es matar a su padre y casarse con su madre.
Edipo, creyendo entonces que Pólibo y Mérope sí que son sus verdaderos padres, deja Corinto para huir de su destino.
Durante su viaje se encuentra con Layo, entran en una pelea, mata a su verdadero padre y se casa con su madre. Cuando ésta descubre que Edipo es su hijo se suicida y éste se saca los ojos y abandona la ciudad.




SEGÚN FREUD:
El complejo de Edipo es, entonces, un complejo que se da en niños, donde éste centra su deseo sexual en la madre y crea celos y rivalidad contra su padre, contra el cual no puede hacer nada porque sabe que es más fuerte que él y, además, también le quiere, lo que crea sentimientos contradictorios y miedo irracional. Quiere casarse con su madre y matar a su padre, pero teme ser castrado (su madre lo está). Entonces se forma el superyó en el niño, que rechaza el incesto por miedo a la castración.
La niña, por el contrario, tenderá hacia su padre desde un principio al creer que tanto su madre como ella están castradas. Tenderá hacia su padre en busca de lo que la madre no tiene (pene), y que constituirá la base de su futura función sexual.