miércoles, 13 de noviembre de 2013

La oveja negra.

A finales del curso pasado, nuestro profesor de filosofía nos comentó una idea que tenía intención de poner en práctica este año. Una idea muy potente. Una idea que sólo podría llevarse a cabo con mucha fuerza de voluntad y con afán de superación.

Ir disfrazado a clase.
Pero no todos juntos, sino de forma individual.
Cada día, un alumno.
¿El objetivo?
Superar un miedo.

Y, efectivamente, este año caminando por los pasillos del instituto podrías encontrarte con una vaca, una submarinista, una princesa, a una chica disfrazada de patatas del Mcdonalds, a un chico disfrazado de niña... y no sería extraño. 

Yo me apunté a esta actividad sin pensarlo dos veces.
Opino que hacer el paripé es algo fundamental en la vida.

Me tocó ir disfrazada a clase el día 5 de noviembre, martes. Y en un principio pensé en ir disfrazada de Princesa Chicle (ya que antes tenía el pelo rosa y habría sido muy útil) o de zombie.
Pero el problema es que a mí me encantan mis disfraces y estoy orgullosa de ellos.
No me daba vergüenza ir así al instituto. Al contrario, me gustaba la idea.






La noche del día 4 de noviembre llegué a la conclusión de que si iba de Chicle o de zombie, el experimento no iba a tener gracia. Iba a disfrutarlo y, en teoría, debía ocurrir lo contrario.
Así que me paré a pensar. 

Mi disfraz debía tener dos características fundamentales para hacerme pasar vergüenza:
1. Maquillaje feo.
2. No parecer un disfraz.

Me explico. 
1. El maquillaje de los otros dos disfraces es favorecedor. Pero ir maquillada mal, ir fea en el total y absoluto sentido de la palabra, me daba mucho corte
2. En el instituto ya esperaban que cada día fueran alumnos de distintas clases disfrazados y yo había dicho que iría de zombie. Si iba con un disfraz que no pareciese un disfraz, si iba con un disfraz "poco currado", me dirían cosas poco bonitas como que tengo disfraces mejores, que qué decepción... y eso sí me iba a producir vergüenza. Además, si vas disfrazado en condiciones por la calle, la gente sabrá que es un disfraz. Pero si tu disfraz no parece un disfraz, la gente pensará cosas como ¿No se ha visto la cara? o ¿Qué hace así vestida por la calle/para ir a clase?.

Así que me decidí por ir de "recién levantada", de "resacosa", o como lo queráis llamar. 
Me puse el pijama más calentito que encontré, me maquillé y, luego, me eché agua para destrozarlo y correrlo todo. 
Y quedé tal que así:




Me costó muchísimo trabajo salir de mi casa y me arrepentí una y otra vez de no haber ido disfrazada de zombie. La gente por la calle me miraba extrañada y yo intentaba aliviar la enorme vergüenza que sentía hablando con esas personas Qué resaca llevo, tío, qué nochecita. 

Lo peor fue en el instituto, en realidad. A lo largo del día, pocos elogios recibí (que sí, esa era la intención, pero qué vergüenza, dios mío). Todo eran frases tales como Tía, ¿no ibas a venir de zombie?, María José, no parece que vengas disfrazada, o Así no pasas vergüenza, ¿sabes que el objetivo de esta actividad es pasar vergüenza?. Y yo pensando Jo, con la de disfraces buenos que tengo en casa...
Algún profesor también me dijo cosas y me echó en cara, días después, que en comparación con los demás yo no me lo había currado y que seguro que no había pasado vergüenza. 
Pero sí, demasiada.
No os imagináis las ganas que tenía de llegar a mi casa y arreglarme el destrozo de la cara.
Pero bueno, que piensen lo que quieran. Ese precisamente era el objetivo de este juego.
Que no te importe.

Me han contado que, a la salida de clase, la gente que venía de otros institutos a ver a alumnos del centro me miraba sorprendida. Yo no me di cuenta, la verdad. Intentaba no mirar a nadie, salir rápido e irme a casa. 
Para sufrir más, pasé de camino a mi casa por delante de las Carmelitas, el instituto que está a pocas calles del nuestro y donde yo estudiaba antes. Os podéis imaginar como me sentí. 

Llegando ya, una señora se me quedó mirando y me dijo que la resaca me sentaba muy bien.
Creo que fue el único piropo del día.
Y ya en la puerta de mi casa, unos vecinos me miraron de arriba a abajo. Les dije que no se extrañaran, que era una actividad de clase, y subí corriendo las escaleras.

Esto me ha ayudado a dar un paso más en lo que a perder la vergüenza se refiere. Al final de la mañana, te empieza a dar igual lo que piense la gente. El "ir guapos" es una norma social no escrita y, aunque de siempre la he aceptado tal cual, esto me ha hecho ver que no es tan importante, que no debe importarnos como nos vea la gente sino como nos vemos nosotros mismos. Qué queréis que os diga, a mí a veces se me olvidaba mi aspecto y, en esos momentos, no me parecía importante. Sólo es importante cuando te percatas de que los demás se fijan. Y no merece la pena.
Deberíamos ir por la vida con un aspecto que nos agrade a nosotros mismos. 

Y ya no sólo en cuanto a nuestro aspecto:
Deberíamos centrarnos en contentarnos a nosotros mismos, en hacer lo que a nosotros nos gusta, nos parece bien y nos causa satisfacción; no en agradar a los demás.

No deberíamos dejar que la sociedad se nos imponga de esta manera, que la forma en la que piensen de nosotros nos duela o nos haga daño. Yo tengo el pelo azul, me encanta tener el pelo de colores y me da igual lo que piensen. Y no sabéis la de cosas que me han dicho. 

Quizá a mí no me gusta tu forma de vestir o de peinarte, pero si a ti te gusta, estupendo.
Y debería ser igual a la inversa. Si a ti no te gusta mi apariencia, es problema mío
Este experimento me ha hecho percatarme de muchísimas cosas.

No os dejéis engañar.
Ser uno mismo es muchísimo mejor que vivir de lo que piensen los demás.

¿A quién le importa?


4 comentarios:

  1. La verdad esque me ha sorprendido mucho tu artículo y me ha gustado un montón, porque tu manera de exponer las cosas hace que tus reflexiones e ideas queden muchísimo más valiosas y emotivas.
    Por otro lado, estoy muy de acuerdo contigo en todo lo que has dicho; la sociedad nos ha ido marcando canones que han desembocado en la ideologia de: "Si no sigues las normas y no eres como los demás, eres un friki". Y no podemos dejar que éso nos supere y nos influya en nuestra forma de ser y de pensar.
    Por lo que, cada uno debe ser como realmente quiera, y la experiencia de los disfraces ha hecho darnos cuenta de que hay cosas que no importan tanto como nosotros creemos; que es todo psicológico. Aunque tu, todo esto que estoy escribiendo, lo has expuesto de un manera que me ha provocado una sensación de identificación y lo he querido comentar. Así que te felicito por tu artículo.

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  2. Rocío Güiza Jiménez2 de febrero de 2014, 21:03

    Me ha gustado mucho tu articulo me ha parecido muy interesante que te lanzaras a lo difícil ya que para ti ir disfrazada de zombie o de chicle no era nada vergonzoso y el experimento consistía en pasar vergüenza. Aunque recibieras comentarios de algunos compañeros diciéndote que no te parecía arriesgado tu disfraz para mi es un gran esfuerzo ya que creo que seria incapaz de salir de mi casa recién levantada con los pelos de una loca y sin maquillar o en pijama no imagino la vergüenza que pasaría creo que desearía que la tierra me tragara porque aunque no vayas con un disfraz muy currado los alumnos,los profesores y las personas por la calle te mirarían igualmente.Te felicito por tu articulo, me ha parecido muy divertido y los has explicado muy naturalmente.

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  3. Me ha parecido un artículo interesante ya que nunca me había parado a pensar en cosas como a las que ella ha experimentado disfrazándose de "resacosa"
    Por su parte creo que ha tenido bastante fuerza de voluntad para disfrazarse de algo que para ella no es lo que le hubiese gustado hacer,pero estoy segura que así se ha dado cuenta de muchas más cosas de las que no se hubiese dado cuenta disfrazándose de zombie o chicle,que es de lo que ella realmente quería.
    Estoy de acuerdo con muchas de las frases que dice y sobre todo con la que dice que "no debemos de dejar que la sociedad se nos imponga"ya que yo soy una persona que siempre me ha gustado la igualdad entre todos y soy de las que pienso que no porque una persona lleve el pelo azul o tenga tatuada la cara etc deba ser "raro" o este loco,de hecho yo envidio a esas personas que tienen la valentía de hacer lo que a ellos le guste sin pensar lo que pueden llegar a pensar los demás.
    Como última opinión debo decirle que para nada es un disfraz "no currado" sino todo lo contrario,porque es algo a lo que todo el mundo tiene vergüenza hacer ,salir a la calle en pijama.

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  4. Principalmente María José, felicitarte por tu escrito.
    Lo que más me ha gustado de tu escrito ha sido la visión de ti misma que me has dado. Es decir, yo personalmente no te conozco más allá de un saludo, pero gracias a tus reflexiones te das a conocer un poco más.
    Pienso como tú, aquello que has dicho que ‘’ El "ir guapos" es una norma social no escrita ‘’ . Lo importante es ser uno mismo y gustarse a sí mismo, y no sentir complejo por aquello que digan, ya que así no consigues tu felicidad.
    Sinceramente pensaba que el hecho de hacer este experimento no te iba a costar ningún problema, ya que pareces ser una chica desvergonzada, pero siempre está bien ponerse metas y superarlas, como ha sido tu caso y el de muchos de nosotros…

    Nada mas que decir... Diste en el clavo con tu disfraz de resacosa.

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